El primer coche que compré de segunda mano con mis propios ahorros. Me acuerdo perfectamente que fui a verlo con mi padre para que me asesorara.
Lo compré en Alemania y como es habitual allí, estaba lloviendo ese día. No me lo pensé mucho y después de una corta inspección firmamos el contrato. La sorpresa me la llevé cuando a los pocos días fui a recogerlo (después de haber realizado los trámites) y descubrí que lo que había en la luna delantera no habían sido goteras de la lluvia. El cristal estaba lleno de pequeñas burbujas que se habían producido en el interior, entre las dos capas. El plástico que lleva entre capa y capa se había deteriorado. Así que lo primero que tuve que hacer es cambiar la luna delantera.